Origen del refrán Para lo que me queda en el convento
¿De dónde viene el refrán "Para lo que me queda en el convento"?
El refrán "Para lo que me queda en el convento" es una expresión popular que se utiliza para resignarse ante una situación indeseada o para justificar una decisión que no tiene vuelta atrás. Aunque su origen se remonta a tiempos antiguos, la frase todavía se utiliza en la actualidad y tiene un significado profundo.
Origen histórico
El origen de este refrán se encuentra en la vida monástica de la Edad Media. Durante ese período, la vida en los conventos era considerada una forma de renuncia al mundo y a los placeres terrenales. Las personas que decidían ingresar a un convento lo hacían con el objetivo de dedicar su vida a Dios y a la oración, renunciando a cualquier otro tipo de vida mundana.
La frase "Para lo que me queda en el convento" se refiere a la resignación de una persona que ha tomado la decisión de ingresar a un convento y acepta que su vida a partir de ese momento estará limitada a ese entorno y a sus deberes religiosos. Es una expresión que denota conformidad y aceptación de una situación inevitable.
Uso popular
A lo largo de los años, el refrán ha trascendido su origen histórico y se ha incorporado al lenguaje coloquial. Se utiliza en situaciones en las que una persona se resigna a una realidad que no puede cambiar o en las que justifica una decisión irreversible.
Por ejemplo, si una persona ha tomado la decisión de mudarse a otra ciudad por motivos laborales y sus amigos le preguntan si está segura de esa elección, ella podría responder: "Bueno, para lo que me queda en el convento, me quedo aquí". En este caso, la persona se resigna a dejar su vida actual y acepta que su futuro estará en la nueva ciudad.
Ejemplos adicionales
El refrán "Para lo que me queda en el convento" se puede aplicar a una amplia variedad de situaciones. Aquí hay algunos ejemplos adicionales:
- Un estudiante que ha perdido todas las oportunidades de aprobar un examen podría decir: "Bueno, para lo que me queda en el convento, mejor me dedico a otra cosa".
- Una persona que ha sido despedida de su trabajo y decide emprender un nuevo camino podría decir: "Para lo que me queda en el convento, voy a empezar mi propio negocio".
- Un aficionado al fútbol cuyo equipo favorito ha perdido todos los partidos de la temporada podría decir: "Para lo que me queda en el convento, seguiré animando a mi equipo hasta el final".
El refrán "Para lo que me queda en el convento" tiene su origen en la vida monástica de la Edad Media y se utiliza en la actualidad para resignarse ante una situación indeseada o para justificar una decisión irreversible. Es una expresión que refleja la aceptación de una realidad inevitable y se ha incorporado al lenguaje coloquial de manera amplia y variada.
Estudiante de periodismo.
Amante de la música, la guitarra y el piano.
Guitarrista en los Clavos Oxidados de Badajoz.